miércoles, 17 de agosto de 2011

CHATARREROS Y SEGURIDAD VIAL

Se ve que esta crisis económica (y social diría yo también) que estamos pasando está llegando a unos límites insospechados, aunque creo que bastante previsibles.

Una de las cosas que cada día está proliferando más son ciertas personas que se dedican a sustraer no ya de cobre de los cables, sino de cualquier elemento metálico que se encuentre en la calles de nuestras ciudades, ya sean rejillas, alcorques, papeleras, barandillas...lo que sea siempre que sea metálico, y cuanto más pese pues mejor.

Estos hurtos se han producido en mayor o menor medida desde siempre, no obstante, la situación por la que pasan muchas personas, está haciendo que esta esporádica costumbre se de cada día con mayor frecuencia y a cualquier hora del día y de la noche.

Como he dicho de siempre se han dado estos hurtos (o robos, depende del valor de lo sustraído), si bien, antes estos personajes se limitaban a algunos elementos que normalmente se encontraban por la vía pública y que a pesar de que el hecho de llevárselos suponía un coste para el ayuntamiento de turno, no generaba mayores problemas.

El problema viene no ya en el hecho de que estas sustracciones suponen un coste para los ayuntamientos, y por tanto para el ciudadano, que no viene sino a fastidiar aún más las cuentas de los mismos, no. El problema se plantea cuando estas sustracciones generan un peligro para la integridad física de otras personas, ya sean peatones o vehículos.

Se ve que estos elementos son gente con pocos escrúpulos y se dedican a robar tapas de alcantarilla, rejillas de recogida de aguas y tapas de arquetas, entre otros elementos. Y digo sin escrúpulos porque no hace falta pensar mucho para darse cuenta de que del lugar donde se quita uno de estos elementos queda un hueco en el suelo por el que, en el mejor de los casos cabe el pié de una persona o la rueda de un vehículo. Evidentemente, si estos robos se realizan de noche, la visibilidad es peor y el riesgo de sufrir un accidente con consecuencias potencialmente graves se multiplica.

No quiero ni pensar en los efectos que puede tener que un vehículo circulando a 30 km/h por una calle introduzca una de sus ruedas en uno de estos "vacíos"; o en un niño que movido por la curiosidad se asome a un pozo de registro (además de ser profundos puede tratarse de arquetas eléctricas con cables en tensión).

Pero existe un ser que, posiblemente, tenga aún menos escrúpulos que estos amigos de los ajeno que quiero pensar que lo hacen movido por la necesidad de sus familias y no por mantener algún vicio. Estos otros elementos son los propietarios de las chatarrerías que COMPRAN lo robado a sabiendas que es robado y que no se paran a preguntarse de donde lo han sacado... Estos elementos, auténticamente despreciables son en buena parte más culpables que los propios ladrones, ya que con la compra que hacen lo que consiguen es estimular al primero a seguir robando más elementos, volviendo a empezar de nuevo.

Antes de terminar quiero que una cosa queda clara; cuando hablo de chatarreros me estoy refiriendo a aquellos que comercian con la seguridad de las personas al comprar estos elementos sustraídos de las calles, en absoluto quiero incluir aquí a aquellos que regentan un negocio legal y no admiten elementos robados a sabiendas de que lo son.

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